Encuentro con el Pasado

Humilde rincón por donde asomarse a la Historia y al Arte llevado por mi, una Historiadora del Arte y Restauradora de Obras de Arte.

lunes, 15 de febrero de 2021

Tristán e Isolda en la obra de Rogelio de Egusquiza.



Vuelvo a recuperar la actividad del Blog con esta entrada dedicada a Rogelio de Egusquiza y su temática de Tristán e Isolda. Un tema que trata Rogelio de Egusquiza por la influencia que crea la figura de Richard Wagner en él.

Abordaremos primero la leyenda de estos amantes, su origen literario y como llega después de varios siglos a ser objeto de la ópera de Wagner. 


Detalle Tristán e Isolda. La Muerte.
Rogelio de Egusquiza
1910



La leyenda de los amantes Tristán e Isolda tal cual nos viene a la mente es una herencia del romanticismo difundida en el siglo XIX a través de la ópera de Richard Wagner. El origen de la leyenda la encontramos en la Edad Media, dentro de la mitología celta. Sus raíces se remontan a la época de dominación vikinga de la isla de Irlanda en el siglo X, durante el periodo del Reino de Dublín, y adquirió su pleno desarrollo en el mundo anglonormando del siglo XII. Esta historia de tradición oral hermanada con mitología artúrica y folclore, se escribió en francés en el siglo XII y tuvo varias versiones.  En algunas versiones, Tristán forma parte de la leyenda artúrica, participando en la búsqueda del Santo Grial. La versión más difundida fue la de Godofredo de Estrasburgo o Gottfried von Strassburg, que además fue la que inspiró la ópera de Richard Wagner

The end of the song, Edmund Blair Leighton, 1902.


En la segunda mitad del siglo XII aparece en el occidente medieval el relato sobre los amores entre el joven Tristán y la bella Isolda. Sin duda alguna, la historia ofrecía los mejores elementos para desarrollar a nivel narrativo todas las inquietudes que la temática amorosa generaba en el público literario en aquellas décadas y en las siguientes. De ahí que fuera tratada, hasta principios del siglo XIII, nada menos que en cuatro poemas extensos en verso, dos franceses y dos alemanes.

De las versiones en lengua romance, la primera fue compuesta hacia 1160-1170 por el autor anglonormando Thomas d´Angleterre, y la segunda por un poeta llamado Béroul y que probablemente lo escribió a finales del siglo XII. La versión de Thomas d´Anleterre solo se conoce a través de algunos fragmentos de cierta extensión procedentes del final de la historia y de un episodio hacia la mitad, mientras que la obra de Béroul únicamente se conserva un largo pasaje de la parte central.

 La obra en lengua alemana se deben, de un lado, al sajón Eilhart von Oberg , quien terminó después de 1185, y del otro, a Gottfried von Strassburg, brillante clérigo alsaciano que lo compuso en torno a 1220. De éste último es el que hemos mencionado como influencia directa en Richard Wagner.

El poema de G. von Strassburg está incompleto. Con la versión de E. von Oberg ocurre lo mismo, solo se ha conservado en unos pocos fragmentos de códices de hacia 1200.

Las obras de E. von Oberg y Béroul tienen semejanzas en el estilo, en la organización de algunas partes de la estructura y sobre todo en el desarrollo del tema amoroso, y que estos paralelismos las distinguen al mismo tiempo de los poemas de Thomas d´Angleterre y G. von Strassburg. Se ignora si Béroul fue la fuente en la que se basó E. von Oberg, aunque existen indicios que apuntan más bien a un antecedente común en ambos. En cambio, es seguro que G. von Strassburg se basó en Thomas dÁngleterre, porque lo dice en su prólogo y porque se puede comprobar en dos pasajes coincidentes.

Ya hemos hablado de los orígenes de la Leyenda.  Pero, ¿Quiénes fueron Tristán e Isolda? ¿Cuál es su historia?  De forma muy resumida viene siendo la siguiente: Tristán era sobrino del rey Marc de Cornualles. En un combate es herido y fue enviado a curarle a Irlanda, donde le devolvió la salud Isolda, hija del rey de Irlanda. Para restaurar la paz se acordó el matrimonio de Marc e Isolda, y Tristán fue enviado a recogerla. Cuando volvían ambos bebieron de forma accidental una poción amorosa que había recibido Isolda de su madre, y de esta manera se enamoraron irremediablemente. En su noche de bodas Isolda no ocupó el lecho, sino que al amparo de la oscuridad lo hizo su doncella y tras esa noche todas las demás, ya que Isolda y Tristán engañaron al rey Marc en repetidas ocasiones. Pero Marc se enteró de los rumores y comenzó a poner trampas a los amantes, las cuales no surtieron efecto y no cayeron. Tal era el peligro que Tristán reconociendo que su amor estaba condenado, partió hacia Bretaña, donde se casó con la hija del rey Hoel, pero jamás se consumó el matrimonio. Un día Tristán recibió una herida que se infectó, y solo su amada podía curarle, como la primera vez. Así pues, envió un barco a recogerla, sin saber si vendría o no. Mandó a divisar el barco a su esposa, y ésta, mintió a Tristán. Creyendo Tristán que su amada no había venido murió con el corazón destrozado. Al llegar Isolda y encontrar a Tristán muerto se afligió tanto que también murió. El rey Marc los enterró juntos en Cornualles. Sobre la lápida de Tristán creció una viña y sobre la de Isolda un rosal. Al crecer las dos plantas se entrelazaron de modo inseparable.

Tristan and Isolde with the potion,
John William Waterhouse. 1916.


Los ingredientes que componen la historia hicieron que fuera uno de los grandes mitos amorosos de la Edad Media y que se difundió rápidamente por todas las cortes europeas. Temas como el amor, la aventura, la lealtad, la magia, la justicia, la tragedia, la muerte o la confianza se entremezclan en la historia de Tristán e Isolda.

Como ya se ha dicho anteriormente, este tema está dentro de la leyenda artúrica, y fueron los Prerrafaelitas los que le dieron una  popularidad sin precedentes en el ámbito artístico. Los Prerrafaelitas encontraron como fuente de inspiración los temas medievales y los artúricos.

Así mismo Richard Wagner en el ámbito musical, tomó dicha historia para una de sus obras, la ópera Tristan und Isolde estrenada en 1865.

En España la obra de Richard Wagner tuvo una gran repercusión, siendo Rogelio de Egusquiza quien con su arte plasmó a estos amantes. 

Aguafuerte Tristán e Isolda.
Rogelio de Egusquiza.
1896.
Museo del Prado

El pintor Rogelio de Egusquiza y Barrena (Santander 1845- Madrid 1915) fue pintor, escultor y grabador. En España fue discípulo de Francisco Mendoza. En 1860 se traslada a París e ingresa en la Escuela de Bellas Artes, donde tiene como profesor a Léon Bonnat. En 1862 viaja por Inglaterra, Bélgica, Holanda y Alemania y en 1869 se instala definitivamente en París. En París, residió y desarrolló su carrera artística, con algunas interrupciones, desde 1869 hasta 1914

También tuvo una época en Roma donde trabaja con Raimundo y Ricardo de Madrazo en el taller de Fortuny hasta la primavera de 1875.

Su obra fue reconocida y elogiada por la crítica francesa del momento, desde la pintura de género que presentaba a los salones oficiales y en la galería Petit en la década de los setenta y ochenta, muy en la línea de Fortuny, hasta su identificación años más tarde con la iconografía wagneriana, de la que se erigió como uno de sus representantes más destacados y por la que tendría grandes reconocimientos.

En 1876 su obra experimenta un giro decisivo motivado por la pasión que despierta en él la figura de Richard Wagner. En 1879 viaja a Múnich para asistir a la representación de El anillo del nibelungo, y queda tan asombrado que decide ir a conocer al compositor en persona. De regreso a París, entra a formar parte del grupo de creadores simbolistas imbuidos de wagnerianismo y acomete una serie de obras en la que se aprecia una nueva concepción del arte como vehículo místico y sacralizado.

El fallecimiento de Rogelio de Egusquiza en 1915 coincide con la disolución de la Asociación Wagneriana de Madrid, de la que formaba parte en las listas. Se le ha visto como el "mediador" clave en la difusión de la música y la estética wagneriana en Madrid.

Desde un primer momento Egusquiza trabaja sobre las tres obras principales de Wagner, que conoce de primera mano: el ciclo de Der Ring des Nibelungen (El anillo del nibelungo), Parsifal y Tristan und Isolde.

El interés de Rogelio de Egusquiza por la ópera Tristan und Isolde nace bien temprano. La música de Wagner le había llevado a la filosofía de Schopenhauer, y ambas, al cambio vital y artístico. Así que, desde que comenzó a trabajar en esta temática de forma continuada en la década de los noventa, se observa que todos sus dibujos, bocetos y grabados giran siempre en torno a los dos momentos más relevantes del drama de Tristán: por un lado, el de la muerte de Isolda sobre el cuerpo de Tristán al final de la ópera, en el acto III, en Tristán e Isolda. La muerte, de 1910 ,en la colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao, coincidiendo con el final de sus trabajos sobre Wagner; y por otro, el del amor de los amantes en la noche del acto II, que finalmente tomó forma en el lienzo definitivo Tristán e Isolda. La vida, de 1912.

Estas dos obras son realizadas en la época que residía en París, donde datan sus obras wagnerianas más importantes.




Tristán e Isolda. La Muerte.
Rogelio de Egusquiza.
1910.
Museo de Bellas Artes de Bilbao.

 
Tristán e Isolda, La Vida.
Rogelio de Egusquiza.
1912.
Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria.

Es curioso observar cómo Egusquiza, al escoger los dos temas de la ópera de Tristan und Isolde en las pinturas Tristán e Isolda. La vida y Tristán e Isolda. La muerte, lo hace con la presencia del día como momento dramático destacado. Si nos detenemos en la forma en que Wagner trabaja la dramaturgia y la música con la antítesis entre el día y la noche, vemos que los amantes rechazan el día porque representa el mundo de las convenciones sociales, de la racionalidad, de la conciencia; es un gran obstáculo para sus encuentros amorosos. Al día se lo califica, además, como «astuto», «malvado», «amenazador», «mentiroso», «predispuesto a la envidia»; mientras que la noche, convertida en metáfora de la muerte y del subconsciente, se transforma en el lugar de encuentro, en un nuevo paraíso.

Y Egusquiza va más allá. Es tan sutil y exquisito, y conoce tan bien el texto dramático de Wagner, que transcribe plásticamente de la mejor forma posible el paso del día a la muerte, a la aniquilación de los amantes en la tierra, en Tristán e Isolda. La muerte. El ideal artístico se alcanza a través de la muerte.

A principios de la década de los 90 tiene una serie de estudios preparatorios a lápiz que son en postura muy parecidos a la figura de Isolda, como el perteneciente a la colección del Museo del Prado de 1893. En ellos la figura femenina aparece inicialmente desnuda y el autor ensaya distintas posiciones de piernas y brazos, utilizando sanguina y carboncillo junto a toques de ceras brillantes, lo que muestra la influencia de ciertas figuras simbolistas. 

Desnudo femenino y estudios de extremidades.
Lápiz, pastel sobre papel marrón.
Rogelio de Egusquiza.
1893
Museo del Prado


Egusquiza continuó con los estudios de la pintura en 1899, año del que data dibujos en el que trabaja ambas figuras, todos conservados en la Sección de Bellas Artes de la Biblioteca Nacional. En 1901 realiza un estudio a lápiz ya con la composición del cuadro Tristán e Isolda. La muerte.

Estudio de Tristán e Iseo.
Lápiz  y sanguina sobre papel.
Rogelio de Egusquiza.
1899.
Biblioteca Nacional Madrid

Estudio Tristán e Iseo.
Lápiz sobre papel.
Rogelio de Egusquiza.
1899.
Biblioteca Nacional Madrid.

Estudio Tristán e Isolda. La muerte.
Lápiz sobre papel.
Rogelio de Egusquiza.
1901.
Biblioteca Nacional Madrid.

Así en el dibujo de 1901 vemos como el autor tiene bien definida la composición de los cuerpos, a los que da forma definitiva, donde el cuerpo de Isolda cubre el cadáver de Tristán. Sin embargo, no fue hasta 1910 cuando concluyó la pintura, trabajo que sin duda alternó con el de la serie sobre Parsifal. La muerte es un cuadro soberbio que podría considerarse, sin ápice de duda, el mejor de toda la producción wagneriana del pintor. En la acotación del libreto, Wagner dejó indicado lo siguiente: «Isolda se desploma suavemente, como transfigurada, en brazos de Brangäne, sobre el cuerpo de Tristán. Profunda emoción y asombro entre los presentes. Marke bendice los cadáveres». Vemos, por tanto, cómo Egusquiza hace una traslación perfecta de la música a la interpretación pictórica, sintetizando esta última escena de la ópera.



Bibliografía:

  • Carmena de la Cruz, P. ( 1993). Los dibujos wagnerianos de Egusquiza existentes en la Biblioteca Nacional de Madrid, Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, UAM, Número 5, pp. 131-142.
  • González Ruíz, D.,Breve Historia de Las Leyendas Medievales, Ediciones Nautilus S.L, 2010. 
  • Jiménez, L.(2016). Tristán e Isolda. La muerte, de Rogelio de Egusquiza, Boletín Museo de Bellas Artes de Bilbao, número 10, pp. 145-170.
  • Loyn, H.R., Diccionario Akal de Historia Medieval, Akal, 1998.  
  • Von Oberg,E. , Von Strassburg, G. Tristán e Isolda, Siruela, 2016.
  • A.A.V.V. Enciclopedia de Mitología Universal, Parragon, 1999.


 Otras fuentes:


Biografía y obra de Rogelio de Egusquiza en el Museo del Prado.

Comentario de Tristán e Isolda ( la Muerte) de Rogelio de Egusquiza, en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Dibujos estudios Rogelio de Egusquiza en la Biblioteca Nacional