La primera entrada de este Blog la dedico al que fue el tema de mi Trabajo de Fin de Grado en Historia del Arte. La Arqueta de las Bienaventuranzas del Museo Arqueológico Nacional. Obra por pocos conocida y de la que no hay una monográfica. Humildemente intenté recoger todo lo más relevante sobre ella y plasmarla en mi TFG.
La
arqueta de las Bienaventuranzas se conserva actualmente en el Museo
Arqueológico Nacional, anteriormente se encontraba en la Colegiata de San
Isidoro de León desde 1063. Según todos los especialistas esta arqueta formó
parte de la rica donación que los reyes Fernando I y doña Sancha hicieron en 1063 al templo con
motivo de su consagración, y que se
incorporó al Museo Arqueológico Nacional
en 1871 como consecuencia de la actuación de una de las Comisiones Científicas, la formada por
Juan de Dios de la Rada y Delgado y Juan de Maliabrán. Actualmente se exhibe en la sala 27,
flanqueada por el Crucifijo de Fernando I y doña Sancha- taller de eboraria de
León y piezas ebúrneas del taller de eboraria de San Millán de la Cogolla.
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Dibujos de la Arqueta de las Bienaventuranzas realizados del natural por Ricardo Velázquez Bosco (1843-1923). |
Lo
que se ve en la actualidad es una posible recomposición, no se sabe cómo era en
origen. La arqueta original debió ser despojada de la guarnición de plata,
piedras preciosas y marfil durante las invasiones napoleónicas, cuando las
tropas francesas entraron en la Basílica y la saquearon. Es en ese momento, en
el que se cree, que se recompuso la arqueta y se formó lo que se ve en la
actualidad; con las siete placas de las Bienaventuranzas y los siete fragmentos
de filiación islámica.
La arqueta tiene forma prismática con tapa de
madera dorada y cubierta a cuatro vertientes. En tres de sus lados se
desarrollan siete de las ocho Bienaventuranzas, quedando el cuarto cubierto con
fragmentos de placas islámicas. En las siete placas ebúrneas de las bienaventuranzas se representa a un ángel que parece conversar
con un personaje masculino, nimbado o no, colocados ambos bajo un arco de medio
punto, en cuya rosca se inscriben los textos de las Bienaventuranzas. Sobre las
arquerías se diseñaron tres tipologías de edificios: Arquitectura con tejados a
dos aguas que se sustentan sobre arcuaciones, edificios de varios pisos con
cupulilla o flanqueada por estas, y construcciones de tres pisos. Estas placas
ebúrneas son obra del taller de eboraria de León, creado en tiempos de Fernando
I.
La arqueta mide, según la ficha proporcionada por el M.A.N, 18 cm de altura, 18,9 cm de anchura y 13 cm de grosor. Estas medidas varian dependiendo del investigador, pero están en torno a las dadas. las dimensiones de cada placa de las Bienaventuranzas son 150 mm de altura por 60 mm de anchura.
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Placas frontales de la arqueta ( Beati pacifici, Beati mosericordes, beati mundo corde) |
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Placas situadas en el lateral derecho ( Beati pauperes spiritu y beati mites) |
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Placas situadas en el lateral izquierdo ( Beati qui pugent y Beati persecutionem) |
La
cuarta cara, la posterior, presenta un conjunto de siete fragmentos tallados de
filiación islámica datados entre 1043-1077 y pertenecientes a los talleres de
eboraria musulmanes de Cuenca y Sevilla. Estos fragmentos musulmanes, colocados
de manera desordenada, debieron de aprovecharse para cubrir la superficie tras
la recomposición. Estos fragmentos a su vez formarían dos cajitas.
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Marcados en verde fragmentos pertenecientes al taller de Sevilla. | Marcados en rojo, fragmentos pertenecientes al taller de Cuenca. |
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Reconstrucción hipotética de la caja con la disposición de los fragmentos del taller de Sevilla. Reconstrucción de Á. Franco Mata. |
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Reconstrucción hipotética de la caja con la disposición de los fragmentos del taller de Cuenca. Reconstrucción de J. Ferrandis |
La
arqueta de las bienaventuranzas no ha sido tratada de manera monográfica tan
profundamente como otras piezas del taller leones. Su mención es más bien escasa
en las bibliografías, salvo algún artículo. Por ello quise hacer un trabajo
donde aunase lo más relevante. Gracias a la bibliografía consultada se ha
podido dar una visión general de la obra, casi a modo de monográfica. No
centrándome solo en un aspecto, sino en varios.
¿Por qué es interesante?
Primeramente, es
una producción del taller de eboraria de León, que junto con el de San Millán,
eran los dos focos de producción cristiana más importantes del siglo XI en la
Península. Este taller surgió al amparo del rey Fernando I, que durante su reinado la creatividad artística
fue mucho más rica que la de momentos anteriores, abarcando aparte de
reconstrucciones y nuevas obras arquitectónicas, toda una producción de libros
miniados, eboraria y orfebrería. El centro de eboraria de León trabajó con gran
esplendor durante el siglo XI,
manteniéndose vigente a lo largo de la centuria siguiente. La calidad de las
piezas que se producían en el taller es innegable, como se pueden apreciar en
las obras vistas en el trabajo, destacando el Crucifijo de Fernando I y doña
Sancha o el Arca de los Marfiles. Lo que queda claro cuando se estudia las
obras salidas del taller de eboraria de León, es que detrás de cada obra debía
haber un autor material y conceptual. Debía encontrarse la figura de un teólogo que cuidara de los
programas iconográficos y un artista foráneo o no, que tuviera dotes o
conocimiento de la miniatura. Los especialistas han encontrado influencias de
la miniatura catalana en los marfiles leoneses, influencias tales como las
telas pegadas al cuerpo, pliegues concéntricos dibujados en el pecho y
alrededor de las rodillas, paños agitados por el viento, mismos encuadramientos
con arcos semicirculares o de herradura, estilización de las figuras o
contornos refinados.
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Arca de los Marfiles o Arqueta de San Juan Bautista y San Pelayo. 1059. Sala del Tesoro de la Real Colegiata de San Isidoro |
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Crucifijo de Fernando I y doña Sancha. Hacia 1063. M.A.N. |
Segundo, los
investigadores apuntan a que la arqueta de las Bienaventuranzas original formó
parte de la donación real que los monarcas realizaron con motivo de la
consagración de san Isidoro de León en 1063. Fue una rica donación, donde los
monarcas concedieron a la iglesia una variada gama de preciosos y ricos objetos
sagrados, así como extensas posesiones o privilegios. El crucifico de Fernando
I y doña Sancha formó parte de aquella rica donación, y queda claramente identificado
dentro del Diploma real que recoge la donación. La arqueta de las Bienaventuranzas
se ha venido identificando dentro del Diploma Real con una de las dos arquetas de marfil con guarnición de plata de mayor tamaño y que
albergaba en su interior otras tres cajitas. Se desconoce donde pudo estar la pieza dentro
de san Isidoro, si pudo estar en un lugar destacado o no, o si pudo ser
admirada por su representación, o venerada por su contenido.
Otro punto sería
la cuestión de su representación poco habitual. Las Bienaventuranzas no eran un
tema habitual, pero que tendría su respuesta en la liturgia del momento, la
liturgia hispánica. El rito hispano era el rito que se llevaba a cabo en tiempo
de Fernando I, y había sido utilizado por éste para su coronación y para sus exequias. El rito hispano es
esencial para comprender e interpretar la iconografía de las obras de arte
mandadas realizar por el monarca, como el caso de los marfiles. Para el
apartado sobre la iconografía y su relación con la liturgia mozárabe o hispánica
fue esencial los estudios de Julie Anne Harris y Concepción Cosmen Alonso. De
sus estudios se saca que el tema de las
Bienaventuranzas era un tema adecuado para decorar una arqueta que contuviera
los restos de santos, que habían llevado una vida ejemplar y que posiblemente
estos santos fueran honrados en ciertas festividades, donde en honor a los
santos se entonaran varias de las Bienaventuranzas. Además estas dos
investigadoras proponen fuentes para la representación, como el Antifonario de
León o las lecturas referentes al sermón de la Montaña que estaban presentes en
los círculos eclesiásticos alto y pleno medievales. En el contexto litúrgico
hispano tenemos con seguridad la conmemoración del día de todos los santos como
momento crucial en el que se leía el sermón de la montaña siguiendo el
evangelio de san mateo. Junto con este fragmento evangélico, se hacían otras lecturas,
bien en los oficios de maitines, bien en el refectorio, bien a los fieles. En
ellos se interpretaba el sermón de la montaña a través de homilías y textos
patrísticos, tal como se recogen en los homiliarios hispanos. Cosmen Alonso por
ejemplo relaciona las imágenes de la arqueta con los textos de San Agustín como
De Sermone Domini in Monte. De la
misma manera relaciona las arquitecturas representadas con la Jerusalén celeste con textos de Cesáreo de Arles , donde el buen cristiano
llega a ella y un ángel le da la bienvenida. Así pues la concepción ideológica
de la arqueta tuvo que ser obra de un clérigo que fuera el autor conceptual.
En cuarto lugar,
lo que se observa en la actualidad no es la arqueta original sino una recomposición. Durante la invasión
napoleónica de 1808 la basílica de San Isidoro fue uno de los objetivos de las
tropas francesas, allí despojaron los relicarios de su guarnición metálica y
piedras preciosas que los recubrían, dejando en ocasiones las placas de marfil.
Este fue el caso de la arqueta de las Bienaventuranzas, que se cree objeto de
tal acto, o el caso del Arca de los Marfiles, donde actualmente solo se ve su
estructura de madera y las placas de marfil. Tras este ataque, la arqueta de
las Bienaventuranzas debió ser recompuesta de la manera que la vemos en la
actualidad, quedando solo 7 bienaventuranzas de las 8 que debían de estar, y rellenando el espacio posterior con 7
fragmentos de filiación islámica. Ángela franco mata ha trabajado en una
hipotética reconstrucción a partir de comparaciones con otras arquetas del
mismo periodo. En cuanto al número de placas situadas en la hipotética arqueta,
Franco Mata las coloca de la siguiente manera. Tres en las caras mayores, para
formar simetría con las adyacentes, y dos placas en un lateral. Así pues, las
ocho placas de las Bienaventuranzas ocuparían tres lados, reservándose el
cuarto para otro tema. Ella propone que el cuarto lateral pudiera tener una
Maiestas Domini, tal vez la que se encontraba en la colección Larcade , taller
de eboraria de León. Sitúa la placa con el ojo de la cerradura como original,
pero Á. Galán y Galindo lo descarta. En la nueva recomposición que se realizó, se
perforó la placa de la quinta Bienaventuranza para crear el ojo de la
cerradura, ya que se ve interrumpida la lectura de la Bienaventuranza y se ve
que es forzada. Continuando con la hipotética reconstrucción de Ángela Franco
Mata, ésta sugiere además que la cubierta podría aproximarse a la arqueta de
San Juan Bautista y San Pelayo, con una
cubierta a cuatro vertientes y recubierta de placas cuadradas, rectangulares y
triangulares. En ellas podrían figurar el Agnus Dei rodeado del Tetramorfos.
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Reconstrucción hipotética de las placas de las Bienaventuranzas por Ángela Franco Mata. |
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Maiestas Domini, perteneció a la colección Larcade hasta 1925. |
En la tesis de Raquel Gallego, recoge
esta reconstrucción de Ángela Franco Mata, pero propone algo nuevo. Apunta que estas placas pudieron formar parte de
otro objeto que no fuera una arqueta y que tras la destrucción y
desmantelamiento de la pieza fuera reconstruida en forma de arqueta. Quizás
integró una estructura más grande como un retablo, basándose en que en la donación de 1063 se mencionan varios
retablos metálicos que podrían haberse completado con decoración ebúrnea.
También es posible que formaran parte de un altar portátil, muy habituales en
la época. Así, de esta manera deja abierta una nueva puerta sobre el posible
origen de las placas de las Bienaventuranzas.
No se puede entender la arqueta sin
compararla con otras obras salidas del taller de eboraria de León o con otras
que se hacían en el taller de San Millán de la Cogolla. Es la manera de
entender la eboraria cristiana del momento y gracias a su colocación en el M.A.N
uno puede pararse y comparar. Así mismo, no se puede entender la pieza sin su contexto histórico, ligado a los monarcas
Fernando I y doña Sancha y la consagración de la Basílica de San Isidoro. No se
puede entender la obra sin la figura de Fernando I y todo lo que rodea al
monarca, ya que es reflejo de su personalidad, circunstancias y creencias.
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Arqueta de las Bienaventuranzas dentro de su vitrina en el M.A.N |
Debo dar las gracias a mi tutor de TFG, Santiago Manzarbeitia del Valle, por haberme hecho sentir orgullosa de mi trabajo. Y a Ángela Franco Mata, que muy amablemente me facilitó unos datos que necesitaba.
Espero que os haya gustado este acercamiento a la Arqueta de las Bienaventuranzas.