Encuentro con el Pasado

Humilde rincón por donde asomarse a la Historia y al Arte llevado por mi, una Historiadora del Arte y Restauradora de Obras de Arte.

lunes, 27 de octubre de 2014

Colección Abelló. Mecenazgo al servicio del Arte.



En CentroCentro Cibeles, situado en el Palacio de Cibeles, se expone una de las colecciones más importantes del panorama español y que nunca había visto la luz hasta este momento. Hablamos de la Colección  del matrimonio Juan Abelló y Anna Gamazo, que desde las últimas décadas del siglo pasado han ido reuniendo una importante colección de obras.
Esta exposición permite compartir con el visitante el entusiasmo del coleccionista y al tiempo reconocer la labor que el coleccionismo privado ha tenido, y tiene, en España. De hecho, esta muestra, se enmarca dentro de la serie “Mecenazgo al servicio del Arte” que , desde el 2012, ha presentado CentroCentro Cibeles las colecciones de la Casa de Alba, de Helga de Alvear y la Colección Masaveu.
El comisario Felipe Vicente Garín Llombart, organizó la exposición con una selección de cerca de 160 obras , que no se limitan a un periodo concreto, ni a escuelas, ni a géneros, y donde se pueden ver técnicas pictóricas en varios soportes y escultura. Una exposición donde se ve una clara predilección y valor  por la obra sobre papel en cada una de sus salas. El dibujo es también protagonista en la exposición y permite un recorrido singular de los dibujos paralelo al de las pinturas. Ribera, Pacheco, Murillo, Goya, Tiepolo,  Sorolla, Fortuny, Degas, Picasso, Schiele, Van Gogh , Kimt o Dalí son algunos de los artistas de los que podemos sus obras, estudios o trazos sobre papel.
En la exposición se realiza un recorrido por cinco siglos de arte ( XV-XX) con piezas de pintura, escultura y dibujo de grandes artistas.
Arranca la exposición, y de qué manera, con un homenaje al Greco, pudiendo admirar la obra Estigmatización de San Francisco.  A continuación, la primera sala está dedicada a “Madrid , Villa y Corte”, donde se nos muestra el Madrid cortesano y popular, castizo y heroico, capitalino y acogedor al mismo tiempo, con diferentes vistas de lugares como la Plaza Mayor, La Florida o el Buen Retiro.
La siguiente sala, “Del Gótico al Humanismo” recorre los siglos XV-XVI,  y presentando obras de Juan de Flandes, Pedro Berruguete, Pedro de Campaña, Yañez de la Almedina o Lucas Cranach. Es bien conocida la importancia que tiene  en España el arte Gótico y en este caso la pintura, las propias exigencias arquitectónicas, cuando no religiosas, fomentan una abundante producción que en cierta forma es coincidente con el arte occidental- estilo internacional- de la baja edad media. A los iniciales influjos italianos, particularmente fecundos en la zona mediterránea de la península ibérica como Valencia, van a sumarse , ya en la segunda mitad del siglo XV, los flamencos, sobre todo en Castilla favorecidos por una estrecha relación política, económica y cultural. La persistencia de ambas corrientes continuará en el siglo XVI en la versión española renacentista con artistas tanto en la Corona de Castilla como en la de  Aragón. De todo ellos hay piezas significativas en la sala: desde el retablo de Bernardo Serra – Virgen de la Misericordia con San Juan Bautista y San Miguel, 1441- hasta Jaume Baço o Jacomart- Virgen con el Niño entronizados y rodeados por ángeles músicos,1450-, pasando por Pedro Berruguete- Virgen de la Leche(1485-90)- o Juan de Flandes- Bautismo de Cristo, 11496-99-
Juan de Flandes. Bautismo de Cristo, 1496-1499.

Pedro de Berruguete. Virgen de la Leche, 1485-1490.
Del Renacimiento español hay que destacar la primera pieza que se ve nada más entrar, Salvador Mundi entre San Pedro y San Juan (1506-07), de Yáñez de la Almedina, pieza de enorme calidad. Junto a ella, se puede admirar un dibujo de Diego de Siloé, la Virgen del Silencio (1550) de Luis de Morales o incluso la Virgen de la Leche de Lucas Cranach de 1540. 


Lucas Cranach, el viejo. La  virgen de la leche, 1540.

Fernando Yáñez de la Almedina. Salvador Mundi entre San Pedro y San Juan, 1506-1507.
La tercera sala, “Cuando el hombre convierte la naturaleza en arte”, cuenta con obras del siglo XVII.  La progresiva irrupción del naturalismo, tras el controvertido manierismo, va a inundar esta sala, tanto en óleos como en dibujos, con obras singulares de Ribera – El olfato (1625)-, Murillo, Pacheco o Zurbarán- La familia de la Virgen (1630-35)-, que dan paso a una serie excepcional de bodegones y floreros de los artistas más representativos y reconocidos del siglo XVII como Miguel de Prat, Bernardo Pola, Juan de Arellano, Antonio Ponce, Pedro Camprobín y Juan Van der Hamen y León.
Antonio Ponce. Bodegón con jarrón de Talavera con flores, alcachofas y frutas, 1650-1660.
José de Ribera. El olfato, 1615.


Francisco de Zurbarán. La familia de la Virgen, 1630-1635.
El auge de este género de vibrante color y riguroso dibujo, unido a un meticuloso reflejo de la realidad, va a mantenerse vivo hasta bien entrado el siglo XVIII con Luis Meléndez o Benito Espinós.
Paralelo a todo esto nos encontramos con el retrato oficial y de corte, con obras de Pantoja de la Cruz- Retrato de la Infanta doña Ana de Austria (1607)- o Miguel Jacinto Meléndez- Retrato de Felipe V y María Luisa de Saboya (1709)-, y  dos pequeños retratos de Carlos II y su esposa Mariana de Neoburgo, pintados por el flamenco Jan van Kessel II, sin los aparatos decorativos de otros retratos oficiales.
Miguel Jacinto Meléndez. Retrato de Felipe V y  Retrato de María  Luisa de Saboya, 1709.

Juan Pantoja de la Cruz. Retrato de la Infanta doña Ana de Austria, 1607.
Además de óleos, se pueden admirar dibujos de Ribera, Antonio del Castillo, Murillo, Alonso Cano o Pacheco, y dos bustos en madera policromada de la mano de José de Mora, Mater Dolorosa y Ecce Homo, de 1670.
Francisco Pacheco. Dibujo Juicio Final, 1617.
A continuación nos adentramos en “Las Vedute, Goya y su Mundo”, dejando atrás el mundo barroco, su realismo, lo religioso y lo profano del mismo, incluso el formalismo de sus retratos reales , para adentrarnos en el siglo XVIII, llamado “de las luces” por el espíritu ilustrado y el dominio de la razón, y donde el protagonismo de la ciudad refinada, amable , orgullosa de su manera de ser, se refleja en la pintura de dos exquisitos artistas venecianos, Canaletto y Guardi. En el primero no puede ignorarse la tradición escenográfica teatral en la que comenzó y en ambos el uso de la cámara óptica con sus lentes y espejos para dar exactitud a lo pintado.
Canaletto. Muelle de Venecia, 1729.
Las dos obras que se presentan de cada artista van unidas a la pareja de oleos del modenés Antonio Joli, pintados en sus seis años de estancia en España, acompañando al músico Scarlatti y al castrato Farinelli, y que reflejan bien a través de sus escenas cortesanas de Aranjuez y su palacio el mismo refinamiento de sus dos colegas venecianos.
Frente a estas obras, se encuentran los retaros realizados por Goya en 1810 a  Don Martin Miguel de Goicoechea y Doña Juana de Garlanza, consuegros de éste. A Goya le acompañan en la sala algunos contemporáneos suyos como Vicente López, Zacarías González Velázquez, Francisco Bayeu, Luis Paret, Lucas Velázquez.
Goya. Retratos de don Martín Miguel de Goicoechea y doña Juana de Garlanza, 1810.
La sala 5 está dedicada al Naturalismo Europeo. Al neoclasicismo de los últimos años del siglo XVIII, sucede a fines del primer tercio del siglo XIX un auge romanticista que potencia el genio, lo sublime y los valores de la forma pura, que evoluciona pronto hacia un realismo basado en la vida cotidiana y el paisaje naturalista progresivamente tomado del vivo. En el último tercio surgirá con fuerza una manera nueva de hacer pintura, primero poco comprendida pero que paulatinamente cambiara la evolución de la pintura moderna, hablamos del impresionismo.
En la sala las obras cubren un espacio que va desde mediados de siglo hasta los años 20, con un eclecticismo que permite compaginar la elegancia de la Belle Époque con la ruptura de los ismos. Se pueden admirar a artistas como Mariano  Fortuny, Ramón Casas, Hermen Anglada Camarasa, Santiago Rusiñol, Joaquín Mir o Sorolla, quienes comparten espacio con  Pierre Bonnard, Touluse-Lautrec, Van Gogh o Modigliani.
 
Edgar Degas.  Estudio y obra Después del baño, 1845.


Amadeo Modigliani. Estudio y obra El Violonchelista, 1909.

Santiago Rusiñol. Jardines de Aranjuez, 1899.
De nuevo en esta sala convive la pintura sobre diferentes soportes ( lienzo o papel) , el dibujo- Cabeza de una campesina, 1884, Van Gogh- y la escultura- Tête, 1911-12, Modigliani-.

Vincent Van Gogh. Dibujo  Cabeza de campesina, 1884.
A continuación nos adentramos en Picasso y sus contemporáneos, una sala donde la presencia de Pablo Picasso es muy marcada y donde se exponen 14 piezas entre oleos, aguadas, tintas y lápices, presididos por el excepcional Desnudo sentado de 1922-23 donde el artista muestra de nuevo su amor por la herencia clásica. Sus obras comparten espacio con artistas como Braque, Léger, Juan Gris, Chagall, Blanchard, Matisse o Dalí. De nuevo en esta sala se ve una fuerte presencia del papel como soporte en obras de Dalí, Matisse y Picasso.
Georges Braque. Ron y Guitarra, 1918.

Marc Chagall. Maternidad con cabra dorada, 1954-1963.

Salvador Dalí. Dibujo retrato padre del artista y su hermana, 1925.

Juan Gris. El cazo, 1919.

Pablo Picasso. Desnudo sentado, 1922-1923.
En la ultima sala, “De Miró a Francis Bacon. Historia y Modernidad, comparten sus dos amplios muros por un lado obras del siglo XX de artistas norte-europeos nacidos entre 1800 y 1890 que muestran notoriamente el internacionalismo de la colección: Munch, Klimt, Kandinsky, Klee, Schiele y Grosz. Frente a ellos una obligada síntesis de la muy extensa obra de maestros españoles de la abstracción de la segunda mitad del siglo XX, tales como Tápies, Palazuelo o Millares. En los muros restantes y frente a frente, por un lado las obras de Miró y por la otra Bacon, y entre medias con gran protagonismo  negro, rojo , negro(1968) de Rothko. 
Francis Bacon. Triptico, 1983.

Joan Miró. Pared con sus obras.

Mark Rothko. Negro, rojo, negro , 1968.
De nuevo la presencia del papel como soporte es muy marcada, como se puede ver en las obras de Klimt, Klee, Munch, Kandinsky, Grosz, Miró o Bacon.
Gustav Klimt. Dibujo Tres mujeres de pie, 1908.
De esta manera, y siendo las últimas obras por ver las de Bacon, acaba la exposición de la Colección Abelló, donde se puede ver el eclecticismo que es característico de las colecciones privadas, y donde prima el buen gusto y el acierto  en el incremento de sus fondos. Se debe agradecer que Juan Abelló haya permitido este préstamo temporal de cerca de 160 piezas de casi las 500 que posee a CentroCentro Cibeles para  su exposición, ya que es una auténtica delicia ver obras de estas características tan bien conservadas.
No se debe dejar escapar esta magnífica oportunidad de ver en un mismo espacio una colección privada tan ecléctica y que nunca antes se había mostrado.
La muestra se puede visitar hasta el 1 de marzo de 2015, de martes a domingo, de 10 a 20 horas.
Las entradas tienen un precio de 6 euros, con tarifas reducidas de 4 euros para mayores de 65 años, estudiantes, carné joven, personas con discapacidad y su acompañante, familias numerosas y personas en situación de desempleo que así lo acrediten documentalmente. Los grupos de entre 15 y 25 personas tendrán un descuento del 20% sobre la entrada general (4,80 euros). Hay que decir que todo lo que se recaude en las visitas de esta exposición irá destinado a Cáritas Madrid.
La entrada será gratuita para los niños hasta 12 años y el primer martes de cada mes durante todo el día. 

viernes, 22 de agosto de 2014

Arqueta de las Bienaventuranzas



 La primera entrada de este Blog la dedico al que fue el tema de mi Trabajo de Fin de Grado en Historia del Arte. La Arqueta de las Bienaventuranzas del Museo Arqueológico Nacional. Obra por pocos conocida y de la que no hay una monográfica. Humildemente intenté recoger todo lo más relevante sobre ella y plasmarla en mi TFG.

La arqueta de las Bienaventuranzas se conserva actualmente en el Museo Arqueológico Nacional, anteriormente se encontraba en la Colegiata de San Isidoro de León desde 1063. Según todos los especialistas esta arqueta formó parte de la rica donación que los reyes Fernando I y  doña Sancha hicieron en 1063 al templo con motivo de su consagración, y  que se incorporó al Museo Arqueológico Nacional  en 1871 como consecuencia de la actuación de una de las Comisiones Científicas, la formada por Juan de Dios de la Rada y Delgado y Juan de Maliabrán.  Actualmente se exhibe en la sala 27, flanqueada por el Crucifijo de Fernando I y doña Sancha- taller de eboraria de León y piezas ebúrneas del taller de eboraria de San Millán de la Cogolla.
Dibujos de la Arqueta de las Bienaventuranzas realizados del natural por Ricardo Velázquez Bosco (1843-1923).

Lo que se ve en la actualidad es una posible recomposición, no se sabe cómo era en origen. La arqueta original debió ser despojada de la guarnición de plata, piedras preciosas y marfil durante las invasiones napoleónicas, cuando las tropas francesas entraron en la Basílica y la saquearon. Es en ese momento, en el que se cree, que se recompuso la arqueta y se formó lo que se ve en la actualidad; con las siete placas de las Bienaventuranzas y los siete fragmentos de filiación islámica.
 La arqueta tiene forma prismática con tapa de madera dorada y cubierta a cuatro vertientes. En tres de sus lados se desarrollan siete de las ocho Bienaventuranzas, quedando el cuarto cubierto con fragmentos de placas islámicas. En las siete placas ebúrneas de las bienaventuranzas  se representa a un ángel que parece conversar con un personaje masculino, nimbado o no, colocados ambos bajo un arco de medio punto, en cuya rosca se inscriben los textos de las Bienaventuranzas. Sobre las arquerías se diseñaron tres tipologías de edificios: Arquitectura con tejados a dos aguas que se sustentan sobre arcuaciones, edificios de varios pisos con cupulilla o flanqueada por estas, y construcciones de tres pisos. Estas placas ebúrneas son obra del taller de eboraria de León, creado en tiempos de Fernando I.
La arqueta mide, según la ficha proporcionada por el M.A.N, 18 cm de altura, 18,9 cm de anchura y 13 cm de grosor. Estas medidas varian dependiendo del investigador, pero están en torno a las dadas. las dimensiones de cada placa de las Bienaventuranzas son 150 mm de altura por 60 mm de anchura.
 
Placas frontales de la arqueta ( Beati pacifici, Beati mosericordes, beati mundo corde)
 
Placas situadas en el lateral derecho ( Beati pauperes spiritu y beati mites)

Placas situadas en el lateral izquierdo ( Beati qui pugent y Beati persecutionem)

La cuarta cara, la posterior, presenta un conjunto de siete fragmentos tallados de filiación islámica datados entre 1043-1077 y pertenecientes a los talleres de eboraria musulmanes de Cuenca y Sevilla. Estos fragmentos musulmanes, colocados de manera desordenada, debieron de aprovecharse para cubrir la superficie tras la recomposición. Estos fragmentos a su vez formarían dos cajitas.
Marcados en verde fragmentos pertenecientes al taller de Sevilla.Marcados en rojo, fragmentos pertenecientes al taller de Cuenca.

Reconstrucción hipotética de la caja con  la disposición de los fragmentos del taller de Sevilla. Reconstrucción de Á. Franco Mata.

Reconstrucción hipotética de la caja con  la disposición de los fragmentos del taller de Cuenca. Reconstrucción de J. Ferrandis

La arqueta de las bienaventuranzas no ha sido tratada de manera monográfica tan profundamente como otras piezas del taller leones. Su mención es más bien escasa en las bibliografías, salvo algún artículo. Por ello quise hacer un trabajo donde aunase lo más relevante. Gracias a la bibliografía consultada se ha podido dar una visión general de la obra, casi a modo de monográfica. No centrándome solo en un aspecto, sino en varios.
 ¿Por qué es interesante? 

  Primeramente, es una producción del taller de eboraria de León, que junto con el de San Millán, eran los dos focos de producción cristiana más importantes del siglo XI en la Península. Este taller surgió al amparo del rey Fernando I, que  durante su reinado la creatividad artística fue mucho más rica que la de momentos anteriores, abarcando aparte de reconstrucciones y nuevas obras arquitectónicas, toda una producción de libros miniados, eboraria y orfebrería. El centro de eboraria de León trabajó con gran esplendor durante  el siglo XI, manteniéndose vigente a lo largo de la centuria siguiente. La calidad de las piezas que se producían en el taller es innegable, como se pueden apreciar en las obras vistas en el trabajo, destacando el Crucifijo de Fernando I y doña Sancha o el Arca de los Marfiles. Lo que queda claro cuando se estudia las obras salidas del taller de eboraria de León, es que detrás de cada obra debía haber un autor material y conceptual. Debía encontrarse  la figura de un teólogo que cuidara de los programas iconográficos y un artista foráneo o no, que tuviera dotes o conocimiento de la miniatura. Los especialistas han encontrado influencias de la miniatura catalana en los marfiles leoneses, influencias tales como las telas pegadas al cuerpo, pliegues concéntricos dibujados en el pecho y alrededor de las rodillas, paños agitados por el viento, mismos encuadramientos con arcos semicirculares o de herradura, estilización de las figuras o contornos refinados.
 
Arca de los Marfiles o Arqueta de San Juan Bautista y San Pelayo. 1059. Sala del Tesoro de la Real Colegiata de San Isidoro

Crucifijo de Fernando I y doña Sancha.  Hacia 1063. M.A.N.

  Segundo, los investigadores apuntan a que la arqueta de las Bienaventuranzas original formó parte de la donación real que los monarcas realizaron con motivo de la consagración de san Isidoro de León en 1063. Fue una rica donación, donde los monarcas concedieron a la iglesia una variada gama de preciosos y ricos objetos sagrados, así como extensas posesiones o privilegios. El crucifico de Fernando I y doña Sancha formó parte de aquella rica donación, y queda claramente identificado dentro del Diploma real que recoge la donación. La arqueta de las Bienaventuranzas se   ha venido identificando dentro del  Diploma Real con  una de las dos arquetas  de marfil  con guarnición de plata de mayor tamaño y que albergaba en su interior otras tres cajitas.  Se desconoce donde pudo estar la pieza dentro de san Isidoro, si pudo estar en un lugar destacado o no, o si pudo ser admirada por su representación, o venerada por su contenido.
  Otro punto sería la cuestión de su representación poco habitual. Las Bienaventuranzas no eran un tema habitual, pero que tendría su respuesta en la liturgia del momento, la liturgia hispánica. El rito hispano era el rito que se llevaba a cabo en tiempo de Fernando I, y había sido utilizado por éste para su coronación  y para sus exequias. El rito hispano es esencial para comprender e interpretar la iconografía de las obras de arte mandadas realizar por el monarca, como el caso de los marfiles. Para el apartado sobre la iconografía y su relación con la liturgia mozárabe o hispánica fue esencial los estudios de Julie Anne Harris y Concepción Cosmen Alonso. De sus estudios se saca que  el tema de las Bienaventuranzas era un tema adecuado para decorar una arqueta que contuviera los restos de santos, que habían llevado una vida ejemplar y que posiblemente estos santos fueran honrados en ciertas festividades, donde en honor a los santos se entonaran varias de las Bienaventuranzas. Además estas dos investigadoras proponen fuentes para la representación, como el Antifonario de León o las lecturas referentes al sermón de la Montaña que estaban presentes en los círculos eclesiásticos alto y pleno medievales. En el contexto litúrgico hispano tenemos con seguridad la conmemoración del día de todos los santos como momento crucial en el que se leía el sermón de la montaña siguiendo el evangelio de san mateo. Junto con este fragmento evangélico, se hacían otras lecturas, bien en los oficios de maitines, bien en el refectorio, bien a los fieles. En ellos se interpretaba el sermón de la montaña a través de homilías y textos patrísticos, tal como se recogen en los homiliarios hispanos. Cosmen Alonso por ejemplo relaciona las imágenes de la arqueta con los textos de San Agustín como De Sermone Domini in Monte. De la misma manera relaciona las arquitecturas representadas con  la Jerusalén celeste con textos de  Cesáreo de Arles , donde el buen cristiano llega a ella y un ángel le da la bienvenida. Así pues la concepción ideológica de la arqueta tuvo que ser obra de un clérigo que fuera el autor conceptual.
  En cuarto lugar, lo que se observa en la actualidad no es la arqueta original sino  una recomposición. Durante la invasión napoleónica de 1808 la basílica de San Isidoro fue uno de los objetivos de las tropas francesas, allí despojaron los relicarios de su guarnición metálica y piedras preciosas que los recubrían, dejando en ocasiones las placas de marfil. Este fue el caso de la arqueta de las Bienaventuranzas, que se cree objeto de tal acto, o el caso del Arca de los Marfiles, donde actualmente solo se ve su estructura de madera y las placas de marfil. Tras este ataque, la arqueta de las Bienaventuranzas debió ser recompuesta de la manera que la vemos en la actualidad, quedando solo 7 bienaventuranzas de las 8 que debían de estar,  y rellenando el espacio posterior con 7 fragmentos de filiación islámica. Ángela franco mata ha trabajado en una hipotética reconstrucción a partir de comparaciones con otras arquetas del mismo periodo. En cuanto al número de placas situadas en la hipotética arqueta, Franco Mata las coloca de la siguiente manera. Tres en las caras mayores, para formar simetría con las adyacentes, y dos placas en un lateral. Así pues, las ocho placas de las Bienaventuranzas ocuparían tres lados, reservándose el cuarto para otro tema. Ella propone que el cuarto lateral pudiera tener una Maiestas Domini, tal vez la que se encontraba en la colección Larcade , taller de eboraria de León. Sitúa la placa con el ojo de la cerradura como original, pero Á. Galán y Galindo lo descarta. En la nueva recomposición que se realizó, se perforó la placa de la quinta Bienaventuranza para crear el ojo de la cerradura, ya que se ve interrumpida la lectura de la Bienaventuranza y se ve que es forzada. Continuando con la hipotética reconstrucción de Ángela Franco Mata, ésta sugiere además que la cubierta podría aproximarse a la arqueta de San Juan Bautista y San Pelayo, con  una cubierta a cuatro vertientes y recubierta de placas cuadradas, rectangulares y triangulares. En ellas podrían figurar el Agnus Dei rodeado del Tetramorfos. 
Reconstrucción hipotética de las placas de las Bienaventuranzas por Ángela Franco Mata.

Maiestas Domini, perteneció a la colección Larcade hasta 1925.

En la tesis de Raquel Gallego, recoge esta reconstrucción de Ángela Franco Mata, pero propone algo nuevo. Apunta  que estas placas pudieron formar parte de otro objeto que no fuera una arqueta y que tras la destrucción y desmantelamiento de la pieza fuera reconstruida en forma de arqueta. Quizás integró una estructura más grande como un retablo, basándose en que en  la donación de 1063 se mencionan varios retablos metálicos que podrían haberse completado con decoración ebúrnea. También es posible que formaran parte de un altar portátil, muy habituales en la época. Así, de esta manera deja abierta una nueva puerta sobre el posible origen de las placas de las Bienaventuranzas.

No se puede entender la arqueta sin compararla con otras obras salidas del taller de eboraria de León o con otras que se hacían en el taller de San Millán de la Cogolla. Es la manera de entender la eboraria cristiana del momento y gracias a su colocación en el M.A.N uno puede pararse y comparar. Así mismo, no se puede entender la pieza sin  su contexto histórico, ligado a los monarcas Fernando I y doña Sancha y la consagración de la Basílica de San Isidoro. No se puede entender la obra sin la figura de Fernando I y todo lo que rodea al monarca, ya que es reflejo de su personalidad, circunstancias y creencias.
Arqueta de las Bienaventuranzas dentro de su vitrina en el M.A.N

 Debo dar las gracias a mi tutor de TFG, Santiago Manzarbeitia del Valle, por haberme hecho sentir orgullosa de mi trabajo. Y a Ángela Franco Mata, que muy amablemente me facilitó unos datos que necesitaba.
Espero que os haya gustado este acercamiento a la Arqueta de las Bienaventuranzas.